Resistencia a herbicidas en malas hierbas: una creciente problemática en los cultivos.
Una de las mayores preocupaciones para un técnico o un agricultor es afrontar el momento en el que herbicida eficaz contra malas hierbas deja de “funcionar”. Esta realidad es especialmente relevante en la actualidad, debido a la pérdida de muchas materias activas y familias químicas fundamentales derivada de presión regulatoria europea y española. Estas materias activas y familias químicas junto con la rotación de cultivos y labores culturales son fundamentales para hacer un buen manejo y gestión de las malas hierbas.
Entendiendo las resistencias, ¿Qué son?
Podemos definir la resistencia como la capacidad de una mala hierba para reproducirse y sobrevivir a un herbicida que hasta el momento era “letal”.
Normalmente antes de producirse una resistencia, se observan síntomas como las “tolerancias”, es decir, la necesidad recurrente de incrementar dosis de herbicida para controlar ese vallico, avena, amapola, etc.
Principales tipos de resistencias
En general, las resistencias se pueden agrupar en dos tipos, cruzadas y múltiples.
1. Resistencias Cruzadas
Definimos la resistencia cruzada cuando una mala hierba “biotipo” crea resistencia a toda una familia química de herbicidas con el mismo modo de acción. Ejemplo: Resistencia de las Amapolas a la familia acetolactato sintasa (ALS), entre las que están las denominadas “Sulfonilureas”.
2. Resistencias Múltiples
Entendemos la aparición de resistencias múltiples cuando una mala hierba “biotipo” crea resistencias a varios tipos de herbicidas a la vez con distintos modos de acción. Como ocurre con las Amapolas resistentes a las Sulfonilureas y al ácido 2,4-diclorofenoxiacético (2,4 D) (auxínico).
Desde el punto de vista de usos del herbicida, uno de los factores clave a la hora de generar resistencias es la recurrencia en el uso del modo de acción del producto asociado a la familia química. Esta resistencia se puede producir incluso cuando el agricultor utiliza productos con distintas materias activas o marcas de productos si no cambia el modo de acción.
Por ejemplo, en los herbicidas de postemergencia, también llamados de contacto, que se pueden utilizar en los cereales y sus rotaciones, normalmente hay dos modos de acción, pese a que hay más de 15 materias activas: los ACCAsa (conocidos como herbicidas del Grupo 1) y los ALS. Algo similar sucede con los herbicidas de postemergencia para control de hoja ancha, donde las familias químicas más utilizadas son los ALS y Auxínicos.
Sin embargo, el número de familias químicas o modos de acción en los denominados herbicidas de preemergencia o residuales, es muchísimo más amplio existiendo hasta 10 familias químicas diferentes.
Por lo tanto, es importante tener en cuenta la elección del modo de acción del herbicida, junto con una correcta rotación de cultivos y prácticas culturales, para tener un control eficiente de las malas hierbas, y evitar las temidas resistencias.
Cómo detectar y diagnosticar resistencias en cultivos
En España las resistencias detectadas son puntuales y están muy localizadas, aunque están apareciendo cada vez en más lugares.
En la mayoría de las ocasiones, el mal control o baja eficacia de un herbicida no es debido, afortunadamente, a la existencia de resistencias si no al momento de aplicación. Aspectos clave como la absorción y la traslocación de un herbicida en el momento de su aplicación determinan su correcta eficacia. La actividad de la mala hierba, condicionada por la temperatura y humedad, y las amplitudes térmicas, que influyen en una correcta absorción y traslocación del herbicida. Tambien, otros aspectos como la fisiología y el tamaño de la mala hierba (pilosidad, emisión de ceras, etc.), pueden dificultar la absorción.
Podemos observar algunos aspectos antes de la aparición de resistencias en nuestras parcelas:
- Aparición de tolerancias, o la necesidad de aumentar dosis de herbicidas para obtener el mismo resultado.
- Aparición de plantas vivas de malas hierbas junto a plantas muertas.
- Control de unas especies susceptibles al tratamiento y otras no, que antes estaban bien controladas.
- Uso de herbicidas con el mismo modo de acción de forma reiterada.
- Aparición de pequeños focos en la explotación o en la comarca.
Estrategias preventivas para eliminar las malas hierbas
- Emplear los herbicidas solo cuando sea necesario
- Utilizar la Rotación de cultivos, alternando cultivos de otoño con cultivos de primavera
- Alternar con cultivos de especies diferentes
- Utilizar programas de control integrado de malas hierbas, combinando el uso de herbicidas, laboreo, siegas, etc.
- Limpiar los equipos de recolección y laboreo después de su uso.
- Utilización de semillas sanas y sin impurezas.
- Vigilar la eficacia de los tratamientos herbicidas, y comprobar el origen de los posibles fallos.
- Utilizar los herbicidas siguiendo las recomendaciones de los fabricantes.
- Combinar el uso de herbicidas con distintos modos de acción, durante el mismo ciclo del cultivo, o en cultivos sucesivos.
- Consulta y asesoramiento por un técnico.
Fdo: Rubén del Val
Regional Marketing Técnico de ADAMA.