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Aceitunas de un olivo

La aceituna: un futuro tan próspero como su pasado

Las aceitunas no sólo son un cultivo importante desde el punto de vista económico, sino que también son una fuente de alimento nutritivo y sostenible que sigue asociándose con la paz, la armonía y la sabiduría.
Aceitunas de un olivo

De alimento y combustible a símbolo icónico

Se cree que nuestra relación con el olivo se remonta a unos 100.000 años1 atrás, cuando utilizamos por primera vez sus frutos como fuente de combustible y alimento. Una relación que se estrechó cuando empezamos a cultivarlo hace unos 5.000 o 6.000 años2 aproximadamente.

A lo largo de estos años, el olivo ha ido abriéndose paso entre las diferentes culturas de todo el mundo. Sus ramas ya aparecían en los mitos de la antigua Grecia, en textos religiosos, y se han encontrado restos incluso en las tumbas de los egipcios, donde se utilizaba como símbolo de paz y armonía.

Los olivos más antiguos tienen más de 1.000 años de vida. Los primeros datan de la Edad Media en Europa, la Edad de Oro del mundo musulmán y la dinastía Song en China. No es de extrañar, pues, que también asociemos el olivo con la sabiduría.

Un cultivo social, económica y ambientalmente sostenible

Hoy en día, el olivo sigue teniendo un gran significado cultural. Ya sea en una tapenade o un tagine, una pizza o un martini, las aceitunas reúnen a la gente para comer y crear recuerdos.

Las aceitunas también tienen una gran importancia económica. Este año se produjeron más de 3,3 millones de toneladas de aceite de oliva y 2,8 millones de toneladas de aceitunas de mesa3, y se calcula que la industria del aceite de oliva tiene un valor de casi 14.000 millones de dólares4.

Además de su importancia económica y social, cada vez se reconoce más el valor medioambiental de las mismas.

El olivar es un cultivo permanente que, en los sistemas de laboreo mínimo, evita la erosión, además de ser un sumidero de carbono, fijando unas 6 Tm de CO2/Ha cada año. En comparación con las raíces de los cultivos anuales, las raíces de los olivos mantienen mejor los suelos. Además, la sombra de sus hojas y ramas, siempre verdes, pueden ayudar a evitar la desertificación.

Las mejoras en la gestión del agua y la protección de los cultivos están reduciendo el impacto medioambiental de la producción comercial de aceitunas.

Las estrategias de riego deficitario, por ejemplo, se utilizan ahora de forma generalizada en los olivares. Debido a un mejor conocimiento fisiológico de este cultivo, podemos dirigir cantidades limitadas de agua a etapas específicas de crecimiento, optimizando el uso de este preciado recurso y aumentando su productividad económica.

Los avances en la biología molecular, la genómica y la bioinformática nos están ayudando a desarrollar soluciones sostenibles que mejoran el rendimiento de los cultivos y su resistencia al estrés abiótico, como el calor y la sequía.

Este progreso va de la mano de la evolución de la tecnología y la automatización, lo que lleva a técnicas de cultivo capaces de producir mucho más con menos. Algo más de 4,5 millones de hectáreas en Europa5 se dedican al olivar. Es uno de los mayores cultivos permanentes del mundo. La transición de los olivares tradicionales, que contienen entre 70 y 120 árboles/ha, a los olivares superintensivos, que pueden albergar hasta 3.000 árboles/ha6, ocupan menos terreno y reducen el uso de combustible en su cultivo y recolección.

Asimismo, la producción de aceite de oliva es cada vez más eficiente y eficaz. Además de reducir el consumo de energía en la elaboración, se desperdicia muy poco. La materia orgánica sobrante, por ejemplo, se utiliza como biomasa, fertilizante y alimento para animales.

Las aceitunas no sólo son un cultivo importante desde el punto de vista económico, sino que también son una fuente de alimento nutritivo y sostenible que sigue asociándose con la paz, la armonía y la sabiduría.  En un momento en el que el mundo se enfrenta a muchos retos, es reconfortante saber que este fruto y su rica historia, tienen también un futuro apasionante.