Malezas en soja: el "mano a mano" que se viene
Fuente: MalezaCero.com.ar
La proyección de siembra de soja de la campaña 2015-2016 se ubica en torno a las 19.800.000 de hectáreas, una “casi” estabilidad respecto a los números de la campaña pasada, según refleja el informe preliminar de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA).
El mismo informe explica que la siembra de la soja será traccionada esencialmente por “su facilidad de manejo, su bajo costo para afrontar los procesos de siembra, una comercialización fluida y la posibilidad de ocupar ambientes de buen potencial que este año estaría liberando el maíz”, así como el marco climático previsto, “en el cual un nuevo ciclo húmedo del tipo “El Niño” garantizaría el pleno abastecimiento hídrico necesario para transitar etapas de crecimiento y desarrollo sin mayores inconvenientes”.
En la vereda de enfrente, los rendimientos de indiferencia calculados a partir de la relación entre el precio de mercado y los costos de producción, en la mayor parte del área agrícola se ubican muy por encima a los promedios históricos de cada región.
Este hecho cobra mayor relevancia en las regiones más alejadas a los puertos, en donde los costos de flete, congeniado con ambientes de menor potencial productivo incrementan el riesgo de cara a la nueva campaña.
A los costos de transporte se sumará otro factor de riesgo, si no se han tomado las medidas de manejo adecuadas. “Durante este nuevo ciclo se prevé que una gran cantidad de lotes de baja aptitud o con severos problemas de malezas resistentes, que no fueron controlados oportunamente, quedarán fuera del circuito de producción de granos en las regiones NOA y NEA principalmente, pero también en sectores del Centro-Norte de Santa Fe, del extremo Sur de Córdoba, de La Pampa, San Luis y por último en sectores marginales de la provincia de Buenos Aires”, concluye el informe.
La moraleja anticipada es que nunca debemos corrernos de la justa medida en el manejo de las malezas.
Una competencia desigual. Durante el reciente Congreso ASACIM, Néstor Panaggio, Valeria Gianelli y Francisco Bedmar de INTA Balcarce presentaron un trabajo titulado “Competencia de malezas en el cultivo de soja en siembra directa y sus efectos en los componentes del rendimiento”. Allí consignaban que la soja encuentra en la competencia con las malezas una de las causas más importantes de pérdida de rendimiento.
“El control de malezas es entonces una de las herramientas clave para alcanzar altos rendimientos y, en consecuencia, se han diseñado numerosos programas para su manejo”, describe dicho estudio. En el período crítico para el control de malezas fue definido allí como el período del ciclo del cultivo en el que la presencia de malezas reduce el rendimiento.
En sus conclusiones, afirman que la competencia de las malezas afectó negativamente el rendimiento del cultivo de soja en siembra directa a medida que se incrementó el tiempo de su convivencia.
Rama negra, la más nombrada. También en ASACIM, Juan Carlos Ponsa y Gabriel Picapietra UNNOBA-INTA presentaron un estudio sobre los efectos de dos especies de Rama negra (Conyza bonariensis L. Cronquist y Conyza sumatrensis Retz. E. Walker) en el rendimiento del cultivo de soja.
En la región sojera núcleo, Rama negra (Conyza spp.) es una de las malezas más importantes, principalmente por sus características de adaptación a sistemas sin labranzas y su baja susceptibilidad al control con herbicidas en estadios vegetativos avanzados. En Argentina se han clasificado alrededor de 23 especies dentro del género Conyza Less de las cuales, las más importantes por su frecuencia y distribución, son Conyza bonariensis (L.) Cronquist y Conyza sumatrensis (Retz.) E. Walker. Estas especies difieren, principalmente, en la floración, pues C.bonariensis florece a partir de noviembre con ramificaciones que superan el ápice caulinar, mientras que C. sumatrensis comienza a florecer a partir de diciembre hasta febrero, con ramificaciones que no logran superar el ápice principal.
Rama negra comienza a germinar desde fines del verano hasta noviembre coincidiendo con el establecimiento del cultivo, en donde puede competir por luz, nutrientes y agua. En ambientes donde el recurso agua es escaso, una mínima pérdida de la misma podría resultar una gran disminución en el rendimiento. Los efectos de competencia varían de acuerdo a cada especie interviniente, dando un complejo resultado de la interacción de las distintas especies y su comportamiento específico.
Lo dicho: conocer a aquellas especies que mayor potencial de competencia tienen con el cultivo de la soja, será indispensable en esta campaña.